La Voz de Ituzaingó aportó el tipiado y digitalización del libro, autoría de Rolando Goyaud con colaboración del profesor Ricardo Castillo.

ABORIGENES

UNIDAD 2
SIGLO XVI. POBLACIONES ABORIGENES
QUERANDIES: CARACTERISTICAS DE SU ADAPTACION AL MEDIO

POBLACIONES ABORIGENES
Los querandíes formaron parte del grupo aborigen que los españoles denominaron por su hábitat pampas y que significa tierras llanas.
Varios grupos constituían los pampas teniendo en común una geografía, una tradición, modos de vida y una lengua.
Recién hacia 1950 comenzó para los científicos argentinos el proceso de esclarecimiento de la situación etnológica de los aborígenes pampas.
Se pueden diferenciar dos grandes grupos en los pueblos pampas:
1. Los de occidente que ocupaban la pampa seca y que se llamaban a sí mismos “ditahet”.
2. Los de oriente que ocupaban la pampa húmeda y que se llamaban a sí mismos “taluhet” cuyo grupo más conocido fue el de los querandíes.
Otra denominación que usaron los españoles fue llamar Pampas de Córdoba a los de occidente y pampas de Buenos Aires a los de oriente.
Los aborígenes llamaban a los oriente en su propia lengua “carayhet” que significa pampas adherentes a los españoles. Hoy se sabe que la terminación “het” significa gente y “caray” la deformación de Garay.
Se considera que habría una lengua común a los pampas, aunque tal vez dos dialectos: uno de oriente y otro de occidente.
Los querandíes construían herramientas y armas. 
Debido a su carácter nómade, su sustento
 dependía de sus habilidades para la caza.
 Ilustración: Michenzi, 1996.


QUERANDIES
La información que se tiene de los querandíes surge de los estudios arqueológicos-antropológicos de vital importancia por su cantidad y calidad y los que resultan del análisis de los documentos del período colonial como también en los numerosos testimonios de los conquistadores.
Sin embargo, en el primero de los casos el desarrollo científico es reciente, encontrando la dificultad que al ser un pueblo nómade no presenta lugares de alta concentración de restos óseos y culturales.
El Río Las Conchas (Reconquista) les proporcionaba 
uno de sus principales alimentos: el pescado. 
Ilustración: Elizalde, 1996.

En el segundo de los casos, respecto a los documentos aportados por los españoles hay dos limitaciones principales que deben ser consideradas: una es la parcialidad con la que fueron elaborados y la otra es que se testimonia fundamentalmente el momento en el cual fueron escritos.
Se registra la presencia de los españoles en el Río de la Plata por las expediciones de Juan de Solís en 1516, que fuera el primer español en llegar a estas tierras y descubridor del Río de la Plata el cual fue conocido inicialmente como Río de Solís y posteriormente como Mar Dulce. Sin embargo esta incursión terminó en un rotundo fracaso con la muerte del descubridora manos de los aborígenes (documentos 1 y 2).
Una segunda presencia se encuentra en el viaje de circunnavegación del planeta que realizó Hernando de Magallanes recorriendo las costas bonaerenses hacia 1520.
En1526 la expedición de Sebastián Gaboto realizó las primeras incursiones tierra adentro estableciendo una fortaleza a orillas del río Carcarañá (Santa Fe) y para 1536 la corona de Castilla designó a don Pedro de Mendoza como primer adelantado del Río de la Plata con la misión de establecer un asentamiento permanente que favoreciera la navegación y comunicación de estas tierras con España. Las condiciones desfavorables que tuvieron que afrontar los conquistadores –intrigas, hambrunas, enfermedades y hostilidades de los aborígenes- determinaron el abandono de esta empresa.
Sin embargo fue con la expedición de Juan de Garay y la segunda fundación de Buenos Aires en 1580 que se concretó el establecimiento definitivo de los españoles en este territorio y el primer reparto de tierras entre sus hombres. Hacia el oeste resultó beneficiado Juan Ruiz de Ocaña quien luego se destacó comandando las huestes conquistadoras que enfrentaron a las tribus querandíes en el río de la Matanza.
Querandí en guaraní significa hombre con grasa debido a que se 
recubrían con grasa de los animales que cazaban como una forma 
de combatir el frío. Además, usaban las pieles para vestimenta y construcción 
de sus tiendas por lo que despedían un olor característico que los 
diferenciaba de los guaraníes de hábitos más vegetarianos. 
Ilustración: Horacio Ciacciariello, 1996.

Es de hacer notar finalmente que las expediciones mencionadas tenían como propósito encontrar una ruta que uniera el Virreynato del Perú con un puerto de ultramar en el Río de la Plata. Para ello los conquistadores debían partir desde Buenos Aires hacia el norte buscando la ruta adecuada. Pero este objetivo fue cumplido por Garay recorriendo un trayecto inverso, partiendo de Asunción y dirigiéndose hacia el sur fundando ciudades como sucediera con Buenos Aires por segunda vez en 1580.

DOCUMENTO 1. Fernández de Navarrete, Martín. Colección de viajes y descubrimientos.…”allí toma Solís posesión de todo para la corona de Castilla; y de acuerdo con sus compañeros entraron en una gran abra o abertura, que por ser tan espaciosa y el agua no salada llamaron Mar Dulce, y pareció luego ser el río que se apellidó Solís, y hoy se llama de la Plata. Dentro de él reconoció el mismo capitán con una carabela latina la entrada por la costa más próxima, y fondeó frente a una isla mediana que fijó en treinta y cuatro grados cuarenta minutos.En las riberas había casa de indios, y se observaba que muchos embelesados veían pasar la carabela ofreciendo con señas lo que tenían.Quiso Solís reconocer el país y tomar algún hombre para traerlo a Castilla. Bajó a tierra acompañado de algunos otros con este objeto, y los indios, que tenían emboscados muchos flecheros, cuando los vieron desviados del mar, dieron en ellos, mataron a Solís, al factor Marquina, al contador Alarcón y a otras seis personas, a quienes cortaron las cabezas, manos y pies y asando los cuerpos enteros se los comían con horrenda inhumanidad. Esto aconteció dentro del río junto a la isla que llamaron de Martín García, situada en la costa del sur”.
DOCUMENTO 2.Fray Bartolomé de las Casas. Historia General de las Indias.
…saltó el dicho Juan de Solís con ciertos marineros los que pudieron caber en la barca o batel del navío en que iba, en cierta parte de aquella costa, los indios lo mataron y díjose que los comieron. Yo no sé como pudieron ver que los habían comido, pues no osaron parar los demás por aquella tierra, si quizá no los comieron en la misma costa de la mar y que desde los navíos los vieron”.

La expedición de Gaboto estableció la fortaleza en la desembocadura del río Carcarañá en Santa Fe, en tierras habitadas por querandíes y guaraníes. Por ello Gaboto tomará el nombre QUERANDIES que los guaraníes daban a sus vecinos pampas, como forma de identificación y por ello se incorpora esta denominación al lenguaje del conquistador a partir de las crónicas y documentos de la época.
El significado de la palabra querandí en guaraní es “hombre con grasa” debido a que éstos se recubrían con la grasa de los animales que cazaban como una forma de combatir el frío. Además usaban las pieles tanto como vestimenta como para la construcción de sus tiendas, por lo que no es de extrañar que despidieran un olor característico que los diferenciaba notoriamente de los guaraníes, sedentarios, agricultores y de hábitos más vegetarianos.
El nombre pampa, cuyo significado es tierra llana,
 fue dado por los españoles a los pueblos aborígenes que 
habitaban la amplia extensión de territorio comprendido 
entre el Océano Atlántico, el río Carcarañá, las sierras de Córdoba, San Luis 
y las sierras bonaerenses. Uno de sus principales grupos, 
el querandí, de características nómades habitaba el sector de 
la pampa húmeda siendo los primitivos pobladores de 
Ituzaingó antes de la llegada de los españoles.

Habitaban desde el Atlántico por el este hasta los ríos Desaguadero y Salado al oeste. Desde las sierras de San Luis y Córdoba (Río Tercero –Río Cuarto) al norte hasta las sierras de Buenos Aires al sur.
Poblaban una extensión considerable del área que sumado a la permanente movilidad de estas tribus permiten suponer la existencia de varios grupos que formaban parte de la nación pampa.
El padre jesuita Ovalle quien conociera estas llanuras personalmente, a mediados del siglo XVII, relata con un lenguaje muy personal en su publicación “Histórica relación” acerca del nomadismo que practicaban los aborígenes pampa: “juzgan por el mayor bien de todos el absoluto y libre albedrío. Vivir hoy en este lugar, mañana en el otro, ahora me da gusto gozar de la ribera y frescura de este río, y encansándome de él paso a otro; quiero vivir un poco en los bosques y soledades y en dándome gusto sus sombras salgo a los alegres prados y valles; aquí me entretiene la caza, allí la pesca; aquí gozo de las frutas que lleva esta tierra, y en acabándose me paso a otra donde comienzan a madurar los que ella lleva; voy donde quiero sin dejar en ninguna parte prenda queme tire, que suele ser espina que de lejos atormenta; no tengo malas nuevas porque no dejo atrás cosas que pueda perder; conmigo llevo todo y con mi mujer y mis hijos que me siguen donde voy no me falta nada”.

CARACTERISTICAS DE SU ADAPTACION AL MEDIO
Su aspecto físico se destacaba por su alta estatura, su cabeza alargada, alta y maciza. Se parecían a los patagones aunque es de hacer notar que la estatura de los aborígenes descendía a medida que se avanzaba de sur a norte.
El cronista español Fernández de Oviedo escribe en base al testimonio del acompañante de Gaboto, don Alonso de Santa Cruz, que los querandíes eran gente robusta, morena y “mayores que los alemanes”.
Pero más allá de las diferencias que tenían los pampas entre sí, poseían una antigua procedencia en común, al igual que un estilo de vida y tradiciones similares y probablemente, su lengua provenía de un origen común.
En el aspecto religioso reconocían un dios supremo que denominaban “Soychu” con el cual se encontraban al morir. Por eso, a los muertos los llamaban “Soychuhet” (gente de dios) y una divinidad maligna que denominaban “Gualichu”.
La interpretación de las señales divinas y la invocación a lo supremo estaba a cargo del “shaman” o mago al cual también correspondían las prácticas curativas.
De las prácticas funerarias se conoce poco, pero por hallazgos arqueológicos correspondientes a grupos pampas de occidente con un pasado y tradiciones comunes se deduce que estas serían similares y consistían en el entierro del cuerpo y su posterior exhumación un año después para separar los huesos del resto y conservarlos.
Las viviendas eran paravientos construidas con palos y con cueros de animales. 
Las armaban y desarmaban con gran facilidad. Ilustración: Michenzi, 1996.


DOCUMENTO 3:“…todos lloran al difunto aun no siendo parientes, veinticuatro horas y se repelan los cabellos. Al año se juntan otra vez, le desentierran y por ser el lugar húmedo aún tiene la carne. El cirujano o anatomista le limpia los huesos que seca al sol y luego los pinta de colorado, amarillo y otros colores, y la carne entierran. Si por  alguna circunstancia un perro la descubre este es muerto. Los huesos pintados se ponen en una bolsa de pellejo de varios colores y los cubren con la mejor ropa que tienen, y el padre o pariente trae el mejor caballo que se mata y reparte entre todos los que lloran, repelándose la cabeza y pintándose de negro y coloreando la cara. Luego ponen los huesos en alforjas pintadas y sobre un caballo los llevan a una casa junto al hábitat, que es siempre la primera construcción cuando se mudan”. (A. Serrano, Los primitivos habitantes del territorio argentino, en Los indios de Buenos Aires, de Daniel Conlazo).

Con la llegada de los españoles conocieron el caballo y el vacuno, los cuales se incorporan a su estilo de vida (ganado cimarrón) y que se habían extendido por toda la llanura circundante.
Se calcula que entre la primera y segunda fundación de Buenos Aires, los animales abandonados por Mendoza alcanzaron, a la llegada de Garay, las 100.000 cabezas.
Es en este período de 40 años precisamente, la incorporación del caballo a la vida del aborigen.
Estos pueblos de vida nómade que se alimentaban de lo obtenido por la caza y pesca cambiarán con el uso del caballo sus prácticas de supervivencia.
La alfarería, si bien rudimentaria, era practicada por los querandíes pero para esta época de contacto con el español y la llegada del caballo a América, será sustituida por la cestería, con tejidos bien tramados. También fabricaban redes para pescar.
La caza del venado, su principal presa, se realizaba a pie hasta cansar al animal y con la ayuda del uso de boleadoras.
Los grupos respondían a jefes o caciques y con el nombre de éstos se los individualizaban, no existiendo mayores diferencias sociales. Los grupos eran de cantidades considerables y se trasladaban periódicamente de una región a otra en busca de alimentos participando de esta actividad toda la tribu.
Se calcula que en el siglo XVI la cantidad de querandíes alcanzaría los 12.000 individuos, en tanto el pueblo guaraní, de una cultura sedentaria (agricultores) llegarían a 30.000.
Las excavaciones arqueológicas realizadas en Fontezuelas y Arrecifes permitieron hallar restos líticos y de alfarería de gran importancia, pero no centros de asentamiento o enterratorios.
Sus paraderos eran las cercanías de los ríos (riachuelo de Los Navíos, de Las Conchas, Carcarañá y río Luján) y los parajes donde cazaban.
Sus viviendas eran precarios paravientos realizados con palos y cueros. Estas al principio eran de venados y luego de cueros de caballo. Se armaban, desarmaban y trasladaban con suma facilidad.
Se alimentaban con peces, moluscos fluviales, animales salvajes, maíz, frutas y después del año 1540 con vacunos. En épocas de abundancia de langostas, también era común la quema de pastizales para obtenerlas tostadas como alimento.
La vestimenta era confeccionada también con cueros y con fibras vegetales. Consistía en una “pampanilla” que cumplía la función de taparrabos y un “pellón” que era una larga capa de uso común entre los aborígenes de la Patagonia.
Respecto a su origen, desde el siglo pasado, se desarrollaron distintas teorías. Diversas corrientes consideraron que provenían de araucanos, guaraníes, guaycurúes, tehuelches y actualmente, como se ha fundamentado, resulta más firme considerar que su origen fue de pueblos pampas no araucanizados.
Los querandíes meridionales fueron exterminados rápidamente en los primeros choques con los españoles. Un enfrentamiento destacado por su magnitud y crueldad y celebrado en los documentos del conquistador, es el que tuvo lugar en 1583 entre Juan Ruiz de Ocaña y la tribu del cacique Telomian Condie, en el riachuelo de Los Navíos a 24 kilómetros de su desembocadura.
Su carácter nómade los hacía resistentes al sometimiento, reacios a la encomendación y a la vida sedentaria que pretendían los españoles alejándose, paulatinamente, de Buenos Aires y del contacto con el hombre blanco, recluyéndose hacia el norte en la zona chaqueña y hacia el oeste en las serranías de Córdoba; mezclándose con pueblos de origen araucano con los cuales tenían puntos de encuentros culturales y estilos de vida, lo cual contribuyó, posteriormente, a generar cierta confusión en cuanto a su origen.
En el siglo XVIII sufrieron un proceso de araucanización con culturas provenientes de Chile. Esto será conocido por el hombre blanco en las campañas al desierto de Rosas y de Roca y en las incursiones al interior en busca de sal o cueros (vaquerías).
Los vecinos de Buenos Aires, Córdoba y San Luis los seguían llamando pampas pero desconocían la araucanización que sufrían. La sustitución ética era gradual y la identificación de los grupos aborígenes era por el nombre del  cacique.
Las armas y herramientas, óseas y líticas, que usaban tanto para la caza como para la guerra  estaban constituidas por: flechas, dardos, bola perdida, hondas, lanzas, boleadoras, cuchillos y raspadores.
Es de hacer notar que los españoles lo empujaron a la guerra ya que habían recibido a Mendoza primero y Gaboto después con gran hospitalidad según lo testimonia Ulrico Schmidl, cronista e integrante de la expedición que fundó Buenos Aires en 1536: “…ahí hemos encontrado en esta tierra un lugar de indios los cuales se han llamado querandíes. Ellos han sido alrededor de tres mil hombres formados con sus mujeres e hijos y nos han traído pescado y carne para comer…” Su aprecio por la vida quedó testimoniado por el padre Lozano: “…por cada pariente que se muere se cortan sus deudos el antejo de un dedo y persiguen al hechicero que es su médico, porque siempre creen que vino la muerte por maleficio suyo y no paran hasta que le privan la vida…”
En la llanura argentina abundó durante siglos el venado y los querandíes se especializaron en su caza que era a pie ya que desconocían el caballo corriéndolos, hasta cansarlos. Eran grandes caminadores y en su desplazamiento cubrían grandes distancias bebiendo la sangre de venado para combatir la sed.
Schmidl refiere: “…ellos tiran esta bola alrededor de las patas de un caballo o de un venado de modo que tienen que caer…”.
Dice, además, que encontraron “…mucho pescado y harina de pescado…”.
Gaboto relatará posteriormente, ante las Cortes en España que los querandíes se negaron a acompañarle en la búsqueda del mítico rey blanco en tierras peruanas porque creían que los españoles “…no podían sufrir el trabajo del camino porque en jornadas de ocho horas no fallaría agua…”, en cambio “…ellos se sufrían dos o tres días aya beber e cuando bevía  era sangre de venados que matavan para este efecto…”
Luis Ramírez, soldado de la fortaleza de Gaboto a orillas del Carcarañá, en su carta del 10 de julio de 1528 menciona: “gre porque su principal mantenimiento es a la causa de ser la tierra muy falta de agua…”
En tanto, las crónicas de Fernández de Oviedo mencionan que eran cazadores de venados muy veloces… “y son tan sueltos que los toman por los pies…”. Por su parte testimonia Luis Ramírez en sus cartas que “estos querandíes son tan ligeros que alcanzan un venado por los pies…”